El espacio público es valioso, influye en el bienestar de las personas, tanto en la oficina como en el hogar. Su calidad no la determinan monumentos imponentes, sino la capacidad de ofrecer a los habitantes un entorno que fomente el encuentro, el intercambio, el descanso, el silencio. Un lugar propio. La arquitectura social no pasa por un poco de limpieza, cemento y pasto, diseñado en el escritorio de una oficina municipal. Cuando se diseña, y se diseña in situ, la comunidad se hace parte. Se interesa, opina, avanza con la obra.
Cuando la comunidad se apropia del lugar, y lo siente suyo, las personas comienzan a utilizarlo, a cuidarlo, embellecerlo, ocuparlo, vivirlo. Los lugares no quedan deshabitados, avanzan y se transforman.En plena obra, conversando en el lugar junto los arquitectos Juan Román (TALCA) y Carles LLop (UPC), decidimos insertar lugares para poder poner flores y plantas, para fomentar la pertenencia de los vecinos (debo decir que nos convencieron). De esta forma, la plaza, es más que sólo un lugar propio de los vecinos, es un lugar de cada persona. Participar, i esa flor es mia, yo la puse !.
Tímidamente los vecinos comienzan a entrar y las plantas y flores comienzan a aparecer…
Imagenes: Alejandra Liébana